Me senté a escribir, pero las palabras no salían.
Así que me fui.
Caminé, respiré, cambié de aire. Maneje en silencio.
Estuve un rato en el sol.
Y ahora que volví, me acordé que te debía algo.
Estaba por darle publish a otro email,
pero había algo que no pegaba.
Algo que no terminaba de cuajar.
Así que lo dejé donde lo tenía
y me fui.
Ahora con otra perspectiva,
y cierta pesadez.
Esto es lo que salió:
El progreso real no hace ruido.
A veces no se siente como avanzar;
se siente como esperar.
Como respirar.
Como escuchar lo que hace tiempo pedía cambio.
Sin apegarse al pasado,
porque sería una grosería.
Después de tanto “trabajo”
y aún sin aprender.
Por miedo a ver el presente como es,
entrarle de frente,
y hacerlo nuestro.
Eso es parte de cortar con el ciclo que pasa
y entrar en el que sigue.
Sin tomarse en serio lo que dejamos,
porque lo apreciamos sin apego.
Pero la urgencia por estar en el presente
se volvió lo más importante.
La perspectiva cambió.
La visión sigue viva.
No dejes que el pasado te robe
lo que el presente te tiene preparado.
Porque si verdades buscas,
solo en el presente las encuentras.
Porque no se trata de lo que se hace en un día,
sino de lo que sos capaz de sostener todos los días.
El que sigue, llega.
Y el que cree, crea.


Nos vemos mañana.
—J.